Las últimas semanas han puesto de manifiesto las “costuras” de nuestro sistema educativo. Unas costuras que han dejado en jaque, como si de una partida de ajedrez se tratara, a muchos docentes y alumnos, que han tenido que revisar todo el manual de estrategia de juego para poder llevar a cabo de una forma totalmente diferente el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Es cierto que la situación es totalmente novedosa y que como tal, nunca en la historia de la educación nos habíamos enfrentado a una situación en la que la desconexión pudiera ser total o parcial por parte del alumnado. Tanto es así que, solo es necesario revisar las redes sociales en estas semanas para ver como todo el claustro virtual ha inundado estas de dudas, experiencias, indicaciones, sugerencias, webinars y demás elementos que hasta ahora no habían tenido tal relevancia.
Todas las dudas y preguntas han estado girando alrededor de temas tan generales como el uso de la tecnología ¿Que app puede ser mejor para enganchar a mis alumnos? ¿Con que app puedo saber que están? ¿respeta la privacidad esta o la otra? Y ciertamente esto ha conllevado todo este movimiento de preguntas y dudas que ha dejado aflorar tanto a compañeros intentando ayudar y aportando experiencias vividas, como a otros poniendo de manifiesto su total inexperiencia con las TIC y la dificultad de convertirlas en TAC (Tecnología del Aprendizaje y el Conocimiento) e incluso críticos de estas mostrando la necesidad “obligada” de hacer uso de estas para poder seguir llevando a cabo su labor docente.
Y es a este punto donde quería llegar.
Somos muchos los que, en los últimos años, hemos ido implementando la tecnología en el aula y en todos los procesos de enseñanza-aprendizaje, siempre entendiendo los diferentes espacios y recursos con los que cada uno hemos podido contar.
Recientemente compartía una charla desenfadada en una webinar organizada por aulaPlaneta & SomProjecte, en la que mi querido amigo y referente, Manuel Jesús, explicaba cómo había ido viendo las reacciones al uso del Smartphone en el aula, en las reacciones de sus compañeros o en las de los alumnos. Curiosamente, todo este sentimiento de negatividad que se detectaba en muchos de sus compañeros, y también en el resto de los claustros de España, ha tenido que verse puesto en discordia con las últimas actuaciones de las administraciones, que, en reacción a esta situación, no solo ha hecho una mirada hacia los smartphones y dispositivos, sino que, además, ha tomado cartas en el asunto.
Dejando a un lado opiniones y mejoras en los procesos y medidas, ha puesto sobre la mesa otra vez el problema de la Competencia Digital, tanto docente como del alumno, no solo teniendo en cuenta los puntos de la funcionalidad o privacidad, si no también poniendo de manifiesto una dificultad mayor en la posibilidad de afrontar situaciones límites y no tan limites; la metodología, el desarrollo competencial del alumno y la consecución de los objetivos del aprendizaje.
Esta situación no puede solucionarse estableciendo como remedio el uso de las herramientas digitales como un mero canal diferencial, no somos expertos en Elearning ni es lo que estamos haciendo. Las metodologías y respuestas didácticas del Elearning están muy lejos de parecerse a lo que estamos haciendo. El alumnado al que nos estamos dirigiendo no se encuentra en un proceso madurativo para realizar Elearning, y me atrevo a decir que muchos de nosotros desconocemos totalmente el desarrollo de este modelo pedagógico y sus estrategias.
Por ello, no sirve aplicar apps de interconexión digital sin estrategias claras, sin conocimientos de uso o sin una metodología desarrollada. No es ponerse delante de una pantalla y dar la clase como lo hacíamos en nuestras aulas. Tampoco es sobrecargar de tareas al alumnado, con la intención de saber si nos están siguiendo. Estoy seguro de que todos los docentes tenemos en la cabeza estar al lado de nuestros alumnos, ayudarles en lo máximo, acompañarles en todos los procesos, pero esto no puede llevarnos a la sobrecarga por conseguir la famosa palabra tan explotada, Feedback.
En relación a esta, creo que es necesario que entendamos el origen y el valor intrínseco del término. Feedback, o retroalimentación, como lo conocemos también, es un proceso en el que docente y alumno mantienen una relación incluida dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje, en la que el valor y objetivo de ambos es consolidar y reflexionar a la vez el proceso de aprender de cada uno de los alumnos. Por lo tanto, estoy seguro, que aun con toda la buena intención del mundo, muchos de nosotros hemos caído en la trampa de la sobrecarga.
Por ello, y en este momento, creo que es necesario hacer una parada de 3 minutos, pensar en qué momento nos encontramos en relación a los 3 grandes pilares que se ponen en juego dentro de este proceso:
La tecnología y su implementación TAC
La metodología y su desarrollo didáctico actual
El currículo, entendido como la suma de contenidos, habilidades y competencias.
Y una vez realizada esta parada, y viendo como estamos llevando a cabo estos 3 pilares respecto a nuestro proceso de enseñanza-aprendizaje con nuestros alumnos, seguro que de esta reflexión saldrá algo mucho más contextualizado a nuestras necesidades. De hecho, no podemos olvidar que es la interconexión de los 3 los que realmente terminan por desarrollar un aprendizaje significativo en el alumnado.
Me gustaría terminar extrayendo una conclusión que mi compañera Mireia Pí, responsable pedagógica en aulaPlaneta, pone de manifiesto tanto en las conversaciones privadas que podemos tener como en las webinars como la que comentaba anteriormente. “Esta situación conlleva un cambio de paradigma, pero sobretodo es una gran oportunidad porque conlleva una forma diferente de afrontar la escuela”
Salvador Quiles es responsable pedagógico de aulaPlaneta en la zona de Levante. Es profesor de Geografía e Historia y actualmente realiza el Doctorado en Educación sobre los entornos de aprendizaje digital y su influencia en la mejora del aprendizaje. Cofundador de SomProjecte es un firme convencido de la necesidad de compartir en el ámbito de la Educación para mejorar en los procesos de enseñanza-aprendizaje.